Del ocaso de los valores:¿la concentración?

Quiero abordar hoy otro de los valores que me parecen fundamentales en la educación. Valor clave que trasciende más allá del entorno académico, es decir, cuando también sea importante al concluir unos estudios iniciales y resulte esencial para afrontar nuevos retos formativos, laborales o personales.

He de reconocer que me gusta especialmente la concentración como valor porque creo que contribuye con fuerza a lograr esa felicidad, a la del día a día, a la que de verdad importa. Convendrán conmigo en que nos permite disfrutar más de lo que hacemos, ya se trate de ocio o de obligación, pues admitamos que ponernos con los cinco sentidos sobre una actividad sin duda la mejora, hasta en el caso de que estemos acometiendo algo que no nos entusiasma; prueben a interrumpir incesantemente una tarea no voluntaria, y verán cómo se les hará mucho más tediosa y plomiza. Además, con ella experimentaremos la agradable y curiosa sensación de que el tiempo ha pasado deprisa mientras estamos en lo que estamos y como resultado de no haber prestado atención a otros pensamientos.Nos hará más felices también porque experimentaremos mayor satisfacción por el resultado obtenido, pues, al haberle prestado plena atención, habremos sido más eficientes, con lo que con certeza alcanzaremos mejor nuestro objetivo.

Es evidente que no siempre podré fácilmente permanecer concentrada o concentrado en una tarea, pues depende de varios factores, algunos de los cuales son ajenos a nuestro control. Uno bien claro es el entusiasmo que me despierta en sí misma esa actividad; por eso vemos estudiantes en absoluta desconexión ante determinadas asignaturas y luego nos fascinamos cuando no pierden detalle frente al videojuego de moda durante horas: no se sorprendan, es comprensible, no vayamos a pretender que a ciertas edades las matemáticas o la filosofía despierten entusiastas pasiones.

Sin embargo, sí que está a nuestro alcance modelar otros factores que igualmente influyen, algunos de los cuales quiero compartir. Resulta muy útil por ejemplo dirigir la mirada al punto de partida de la información, al rostro de quien nos habla, y comprobaremos un notable incremento de nuestra atención. Así mismo es bastante efectivo minimizar esos elementos aliados de la distracción para conseguir un entorno adecuado: eliminemos de una mesa de trabajo todo aquello que no sea imprescindible, donde adquieren un especial protagonismo negativo las pantallas no productivas. También es importante dejarnos preparado aquello que sabemos de antemano que podemos necesitar para evitar así interrupciones al tenernos que levantar para buscarlo; de igual manera nos ayudará haber planificado tiempos de descanso y organizado previamente nuestra sesión…

En fin, las posibilidades que tenemos de mejorar la concentración son variadas, no se trata ahora de extendernos en este aspecto. Sin embargo, sí conviene insistir en que, sea como fuere nuestra mayor o menor capacidad para concentrarnos en algo, siempre podremos incrementarla mediante el entrenamiento.

Sabemos que en la actualidad se trabaja con personas adultas en cómo conseguir una plena atención, pero la mejor edad para enseñarlo, potenciarlo y practicarlo es la educativa: es el momento en que vamos fijando unos patrones de conducta que se interiorizarán y que luego serán difíciles de desaprender.

Debemos creer en la concentración como una potente herramienta con la que superar dificultades futuras; como una habilidad que es imprescindible trabajar porque nos hará más felices, y nos permitirá disfrutar más del aquí y en este momento.

Por todo ello, considero necesario que busquemos la concentración del alumnado como un objetivo en sí mismo porque capacita y posibilita alcanzar mejor nuestras metas y no la consideremos solo necesaria para conseguir un aprendizaje de cualquier concepto, y mucho menos, un aprobado.

Así pues, espero con estos argumentos haber conseguido su concentración mientras han leído estas líneas, en cuyo caso me gustaría que compartieran conmigo una reflexión:

¿Intentamos hacer de la concentración uno de los pilares de la educación?

Miguel Ángel Heredia García es presidente de la Fundación Piquer