Inculcar autocontrol

Definición:

Es la capacidad de ejercer dominio sobre nuestros impulsos y de llegar a estados de tranquilidad ante adversidades.

Nos permitirá regular nuestras emociones para tomar decisiones menos cortoplacistas y que supondrán un beneficio a medio o largo plazo, algo fundamental para nuestra felicidad.

¿Qué podemos hacer?

El autocontrol es clave en nuestra vida, lo hemos de aplicar para tolerar la frustración y en cualquier relación social. En los primeros años, cuando pasamos más tiempo con nuestros hijos/as, podemos empezar a enseñarlo, pues son edades donde las rabietas son frecuentes y desproporcionadas. Luego, cuando podamos utilizar mensajes más elaborados, nos resultará mucho más fácil.

Situaciones para mejorar

  • Las decisiones se toman por y para el corto plazo, sin capacidad para ver las posibles consecuencias posteriores.
  • Se llega a un momento de bloqueo en donde no se puede razonar.
  • Los estados de cólera o ira son desproporcionados respecto de la causa y a veces los episodios van en escalada.
  • Las respuestas ante la frustración son defensivas o agresivas.
  • Se repiten patrones de conducta a pesar de que se sabe son negativos, y luego se pueden experimentar sentimientos de culpa o vergüenza.
  • Se produce un deterioro en sus relaciones personales según avanza en edad.

Posibles consecuencias

  • Es complicado aprender a autocontrolarse ya en edades adultas.
  • Nos bloquea emocionalmente a la hora de afrontar situaciones adversas restando posibilidades de solución.
  • No permite pensar con claridad y conduce a malas decisiones, a veces incluso contrarias a la ley.
  •  Dificultará nuestras relaciones sociales, pues las reacciones generarán rechazo.
  • Incrementará el estrés en situaciones tensas, algo recurrente en el entorno académico y laboral.
  • Suele minorar la autoestima y el autoconcepto, lo que disminuye nuestra confianza y motivación para afrontar retos.

¿Cómo mejorar?

  • Afrontar el adiestramiento en momentos de calma y no de enfado.
  • Determinar un lugar concreto, agradable y de reposo para retomar el control en momentos de pérdida de nervios.
  • Convencer de los perjuicios que genera ese comportamiento.
  • Reconocer y valorar cuando se ha hecho un intento por controlarse, aunque no haya sido del todo exitoso.
  • Recrear situaciones vividas para teatralizar qué comportamientos y reacciones habrían sido más recomendables.
  • La agresividad no tiene cabida, a veces puede ayudar a erradicarla el realizar una actividad física o deportiva a modo de descarga.